Introducción
En algún momento, la mayor parte de la gente ha experimentado dolor de cuello. En la gran mayoría de los casos, es una consulta benigna que no pasa a mayores. Los síntomas se describen normalmente como una irritación o una rigidez del cuello que puede o no estar asociada con una lesión menor. Los pacientes muchas veces lo atribuyen a un “viento frío” o a “haber dormido en mala posición”, lo que puede ser la causa o no. Con mucha frecuencia, los desórdenes degenerativos de la columna son los responsables. La “enfermedad” degenerativa equivale a los cambios asociados con el desgaste espinal o la edad. Aunque está entre las más frecuentes causas del dolor de cuello, a veces es la más difícil de tratar.
El dolor crónico puede afectar las actividades diarias
Otros posibles trastornos que pueden causar el dolor de cuello son la artritis reumatoide, una infección o un cáncer. Es raro que tales condiciones causen solamente dolor de cuello, dado que, por lo general, se los asocia con otros signos de advertencia tales como pérdida de peso profunda o no intencional, fiebre o dolor en otras articulaciones, como por ejemplo, la cadera o la rodilla.
El tema central de este capítulo es el análisis de los trastornos degenerativos de la columna cervical. Éstos afectan a pacientes adultos de cualquier edad, y existe una tendencia a que algunos desórdenes en particular afecten a ciertos grupos etarios. Las hernias de discos cervicales son más características en los jóvenes (menores de cuarenta años), en tanto que la espondilosis y la estenosis se encuentran, por lo general, en pacientes de más edad. Los tratamientos van desde observación, medicaciones y terapia hasta inyecciones o intervenciones quirúrgicas.
Definición: enfermedad degenerativa
Como paciente, la primera pregunta es obvia: ¿qué es la enfermedad degenerativa de la columna? Honestamente, los líderes académicos especialistas en la columna se están planteando en la actualidad la misma pregunta. Lo que queremos decir es que los médicos pueden reconocer y tratar los desórdenes degenerativos de la columna pero no tienen demasiado claro cómo surge el trastorno, con excepción de atribuírselo a la edad. Hasta la fecha, la mayoría de las teorías acerca de cómo se degenera la columna quedan sólo en eso: en teorías. Y aunque con frecuencia están bien pensadas y son razonables, resulta excesivamente dificultoso comprobarlas. Independientemente de ello, es importante tratar de entenderlas, dado que, por el momento, son la mejor explicación que tenemos acerca de la enfermedad degenerativa de la columna.
Al decir enfermedad degenerativa nos referimos a una falla en la arquitectura normal de varios componentes de la columna cervical. Normalmente, el cuello es muy flexible. Como podrá comprobar en usted mismo, el cuello le permite a la cabeza rotar de lado a lado, casi 180 grados, flexionarla hacia delante hasta tocar el pecho con su barbilla, y estirarse hacia atrás hasta casi tocar con la nuca la parte superior de su espalda; así como también le permite inclinar su cabeza hacia los hombros (y todas las posiciones intermedias entre estos movimientos básicos). Estos movimientos se pueden lograr gracias a las diversas articulaciones de la columna cervical.
Hay siete huesos cervicales en la columna. Se los conoce como vértebras, y se las puede comparar con los vagones de un tren de pasajeros. Los vagones del ferrocarril por sí mismos son rígidos, incapaces de doblarse. Cada vagón (es decir, cada vértebra) se une al que le sigue por una articulación. Las articulaciones permiten el movimiento entre los vagones. Al igual que en la columna, el hecho de juntar varios vagones permite el movimiento general. Cuantas más articulaciones y vértebras, mayor movimiento permitido. A diferencia de las uniones de los vagones, las vértebras cervicales se conectan entre sí por medio de tres articulaciones. Ello le da a la columna mayor estabilidad, a la vez que permite el movimiento. Los extremos del movimiento deben estar limitados debido a la frágil “carga” que las vértebras sostienen: la médula espinal. Al igual que la gente que viaja en los vagones de los trenes, la médula espinal está ubicada en el centro de las vértebras.
En este punto, es importante aclarar ciertos términos. “Columna” se refiere a las partes óseas; es decir, a las vértebras ya descriptas. “La médula espinal” está constituida por los elementos nerviosos que viajan a lo largo de la columna, desde el cerebro hacia el resto del cuerpo. La médula espinal transmite señales (bioeléctricas y bioquímicas) que controlan todas las funciones (músculos y sensaciones) por debajo de ese nivel. La función de la columna es proteger a la médula de lesiones durante el movimiento y la actividad.
Las articulaciones están formadas por dos superficies opuestas de hueso. Algunas articulaciones están cubiertas por un cartílago liso y brillante. Las propiedades resbaladizas del cartílago hacen que las dos superficies se muevan fácilmente entre sí. Las articulaciones facetarias de la columna cervical tienen esas propiedades.
Por otro lado, la articulación principal entre dos vértebras cervicales está compuesta por una gran masa esponjosa, el disco intervertebral. Este disco se sitúa entre dos superficies amplias y planas del cuerpo de la vértebra. El disco está hecho de materiales especializados que funcionan como “pegamento” entre las vértebras permitiéndoles moverse. El disco es sumamente importante para la estabilidad espinal. Sin embargo, es un lugar frecuente de degeneración o falla.
En otra forma, se puede considerar al disco como un almohadón entre dos huesos. Los almohadones pueden resistir con suavidad las fuerzas hacia abajo producidas en las vértebras por el peso y el movimiento de la cabeza. Un buen almohadón es grueso y blando y funciona mejor. Permite algunos movimientos entre las vértebras. Como el almohadón está bien adherido a ambos huesos, resiste la tendencia de éstos a desalinearse. Con el tiempo y con el uso, el almohadón puede achatarse.
En este estado, el disco ya no brinda un acolchonado adecuado entre las vértebras. Los huesos, entonces, se van acercando cada vez más. Como el disco ya no sostiene las fuerzas a las que está sometido normalmente, las otras articulaciones de la columna se ven obligadas a soportar una carga adicional. Las dos articulaciones deslizantes (articulaciones facetarias) soportan una demanda mucho mayor.
Dado que fueron diseñadas para sostener sólo una pequeña porción de las fuerzas de la columna, el cartílago antes brillante y saludable, empieza a fallar. A medida que el cartílago se degenera, el hueso subyacente queda expuesto y comienza una reacción inflamatoria. Esto causa irritación en las articulaciones, lo cual puede llevar al dolor. Se establece así un círculo vicioso de eventos. Cuantas más articulaciones facetarias se degeneran, menor es su capacidad de tolerar las demandas aumentadas. Así, las mayores demandas se colocarán en el disco intervertebral, haciendo también que éste se degenere adicionalmente (o colapse). Los cambios en el disco intervertebral y en las articulaciones facetarias no son reversibles en la actualidad.